La cortedad de un segundo,
me propuso esperar.
Envenenar las huellas de un descalzo,
seguirlo pero no treparme en sus alas.
Apresar mi destino
con el ritmo de sus pasos,
arrullar el océano de sus cabellos y acariciar mulato,
sus dedos de aurora.
Un vil segundo me propuso
seguir al muchacho a hurtadillas
para henchirme del calor de su desnudez,
tal vez saltar para atrapar su sombra
o tan solo jugar una partida
de ajedrez con el...
La cobardía de un segundo me hizo temer.
No buscaré ni sus dedos, ni sus alas.Hallaré un árbol y quizá una noche
para compartir con mi café,
un crepúsculo a medias.
